Marruecos, Oficialmente denominado Reino de Marruecos es un país soberano situado en el Magreb, al norte de África, con costas en el océano Atlántico y elmar Mediterráneo.
Se encuentra separado del continente europeo por el estrecho de Gibraltar. Limita con Argelia al este —la frontera se encuentra cerrada desde 1994—, al suroeste con el Sahara Occidental, al norte con España, su principal socio comercial con el que comparte tanto fronteras marítimas como terrestres —Ceuta, Melilla y las plazas de soberanía— y al sur con Mauritania. Ocupa parte del Sahara Occidental tras la marcha verde de 1975, la firma del no válido Acuerdo Tripartito de Madrid, y la interrupción del proceso de descolonización y abandono de España del territorio.
Es el único país africano que actualmente no es miembro de la Unión Africana (UA). En 1984 la asamblea de la Organización para la Unidad Africana (OUA), instancia predecesora de la UA y de la cual Marruecos era miembro fundador, aceptó como miembro a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). Como respuesta, Marruecos se retiró de la organización. Es miembro de la Liga Árabe, Unión del Magreb Árabe, la Francofonía, la Organización de la Conferencia Islámica, la Unión por el Mediterráneo, la Unión Europea de Radiodifusión, el Grupo de los 77 y el Centro Norte-Sur. Es también un aliado importante no-OTAN de los Estados Unidos. Además es el país del mundo árabe donde es más estudiado el idioma español. Más de 80.000estudiantes según la información provista por el Instituto Cervantes en 2015.
Marruecos es un país milenario, heredero de siglos de tradición. Sin embargo, en el Reino no haynada prefijado. Su cultura está viva y la encarnan día tras día los pequeños gestos cotidianos, las fiestas, los rituales y las costumbres. Alójate un tiempo allí e imprégnate de su paz y su arte de vivir.
Lo mejor es que te pasees por las ciudades y los pueblos, entre las callejuelas estrechas de sus cascos antiguos. Así estarás muy cerca de la gente y podrás hacer intercambios con ellos. Seguro que algún marroquí te invita a compartir un té verde con menta: allí todo es ceremonioso y reina la hospitalidad.
También podrás descubrir todauna serie de costumbres. Marruecos y sus habitantes evolucionan al ritmo del arte de vivir mediterráneo reconocido por la UNESCO, un conjunto de prácticas, platos o símbolos que forman parte de su día a día y que te encantarán.
La fiesta también predomina en Marruecos y va marcando el paso de los años. La gente se reúne por los famosos moussem, unas manifestaciones religiosas y festivas. No te pierdas el deTan-Tan, especialmente famoso y considerado desde 2008 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Descubre también el Festival Gnaoua de Essaouira.
Todas estas manifestaciones son una gran oportunidad para que entres en contacto y convivas con las distintas culturas que conforman la diversidad y la riqueza propias de Marruecos.
Esto es solo una visión general sobre las culturas que siguen existiendo en Marruecos. Recorre el país y descubre estos pequeños tesoros de su patrimonio inmaterial.
Casablanca, la efervescente con sus calles principales bordeadas de palmeras, sus grandes edificios de negocios y el Atlántico que se abre al mundo, Casablanca es el pulmón económico de Marruecos, una metrópolis bulliciosa que nunca duerme.
En sus barrios llenos de encanto se mezclan las infraestructuras modernas con la herencia arábigo-musulmana y el legado del periodo colonial. Descubre todos sus matices: paséate por la medina, una de las más tardías de Marruecos, recorre el centro y sus edificios art-déco y visita la Mezquita Hassan II, una maravilla arquitectónica construida sobre el agua.Déjate llevar por el lado festivo de la ciudad. Disfruta del paseo marítimo y sus locales, y también de sus festivales, como el Festival de Casablanca, Jazzablanca o incluso Tremplin L'Boulevard.
En cuanto a su costa, está llena de playas acondicionadas con todas las comodidades. Allí, entre otras actividades, podrás disfrutar haciendo submarinismo, esquí acuático o simplemente relajándote.
En Casablanca es imposible aburrirse! Entre cultura y relax, no cabe duda de que a la ciudad blanca no le faltan atractivos.
Marrakech, entre tradición y modernidad, es la promesa de vivir unas experiencias inolvidables. La conocida como Ciudad Roja saciará sus ansias de desconexión paseando por la plaza Jemaa El-Fna y por los zocos de llamativos colores y aromas orientales. Los paseos en calesa, sus momentos de relax en soleadas terrazas, los artistas ambulantes y demás actividades diurnas y nocturnas serán el leitmotiv de su estancia en Marruecos.
Aquí podrá contemplar la gran riqueza arquitectónica de la Medina visitando una de sus numerosas riads, pequeños palacios orientales organizados en torno a un patio central, o incluso reponer fuerzas en la Menara, ese inmenso jardín con estanque, emblemático de la ciudad. Porque Marrakech le brinda al visitante un gran número de posibilidades gracias a su increíble diversidad. Basta con salir de recinto entre murallas para zambullirse en el Marruecos contemporáneo. Los barrios de Guéliz y del Hivernage ofrecen las infraestructuras más modernas, tiendas de lujo y de prêt-à-porter internacionales y amplias avenidas, todo ello con el sello propio de Marrakech.
Un símbolo del creciente auge económico de la ciudad son también los lugares culturales y festivos entre los que figura el Palacio de Congresos y el magnífico Teatro Real. Disfrute del Marrakech nocturno acudiendo a los numerosos espacios temáticos, discotecas a la última y veladas tradicionales que reflejan el carácter alegre de sus habitantes.
En 2016 se celebrará en Marrakech la cumbre climática COP22 de lucha contra el cambio climático, en reconocimiento a su nueva proyección internacional y a sus magníficas capacidades de acogida.
Fez tiene un aura singular: es la ciudad imperial, depositaria de los trece siglos de la historia de Marruecos. Meknes, por su parte, cuenta con un prestigioso pasado y alberga sorpresas inesperadas.
Cruza las murallas de la famosa medina de Fez, seleccionada por la UNESCO por su valor universal excepcional. Deambula al azar por las calles del barrio de Fes-El-Bali. La puerta de Bab Boujloud es el acceso más sencillo para acceder a la medina.
En mayo, sus plazas y calles se llenan de música, ya que en la antigua capital imperial se celebra el Festival de Fez de Músicas Sagradas del Mundo. Junto con el festival Jazz in Riads es uno de los principales eventos del calendario cultural de la ciudad. No te marches de allí sin haber probado la gastronomía local, considerada como una de las mejores del mundo.
A pocas decenas de kilómetros, Meknes es otro museo al aire libre. Su medina y los vestigios de su Palacio Real le han valido la clasificación de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En la plaza El Hedime, Bab Mansour es la puerta que da acceso a la medina. Es una de las principales obras de arte hispano-morisco. Sobre todo, no te pierdas las caballerizas y los graneros reales del sultán Mulay Ismaíl.
Al norte de Meknes se extiende el mayor emplazamiento arqueológico romano de todo Marruecos: Volubilis. Su Arco del Triunfo, su capitolio y la Casa del Efebo atestiguan la antigua prosperidad de la ciudad y su peso económico y político.
Ciudades imperiales y eternas, Meknes y Fez, te permitirán realizar un viaje atemporal, en la frontera entre el presente y la historia.
Rabat es una ciudad cultural cargada de historia. Un gran número de obras de arte decoran sus calles y sus plazas. Visite la Kasbah de los Oudayas, con su majestuosa e imponente silueta suavizada por los jardines que la circundan. Cerca de las murallas se alzan los muros de la Chellah, una necrópolis de la época de los merínidas. Traspasar su recinto es como penetrar en otro mundo en el que paseará entre antiguos vestigios, jardines y cigüeñas.
Rabat es también una capital moderna eco-responsable que apuesta por las zonas verdes. Por ella se diseminan parques como el Jardín de Ensayo Botánico o los Jardines Exóticos de Bouknadel a unos kilómetros de la ciudad. Además, Rabat cuida su costa, a la orilla del Atlántico, por la que se extienden kilómetros de playas acondicionadas que conducen hasta la vecina Casablanca.
Rabat también debe su modernidad a sus infraestructuras y festivales que contribuyen a su confort y a la animación de la capital. Aquí encontrará a su alcance un aeropuerto, un tranvía, centros comerciales, cafés, restaurantes y todo tipo de comodidades. Además, está la música a la que Rabat rinde homenaje como ninguna otra: Mawazine, Jazz au Chellah y muchos otros festivales envuelven el ambiente con sonidos y ritmos procedentes de todo el mundo.
Rabat es todo esto, una ciudad en la que los tesoros del pasado conviven con las creaciones más modernas y respetuosas con el medio ambiente.
Tanger-Tétouan, destino mítico
El Marruecos cosmopolita
Al norte de Marruecos, los viajeros podrán visitar las ciudades de Tánger y Tetuán. En estas costas en las que confluyen las aguas mediterráneas y atlánticas, descubrirá unas ciudades auténticas que son el crisol de numerosas influencias.
Visite Tánger la Ciudad Blanca. Pasee por sus calles bordeadas de casas encaladas y, siguiendo los pasos de Matisse y Delacroix, déjese envolver por ese aire de ensoñación que desprende la ciudad. Piérdase por las avenidas del gran Zoco y, al pie de las altas murallas de la Kasbah, contemple la fortaleza que domina la medina. Cerca de allí se encuentra el Palacio del Sultán, actualmente dedicado a las artes marroquíes. Tánger es también un concentrado de influencias españolas con su ruedo, que se alza en la Plaza de Toros, y por supuesto su teatro Cervantes, construido en 1913.
Un ambiente similar reina en Tetuán. Esta ciudad es "la hija de Granada", con su arquitectura hispano-morisca. Su medina ha sido declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Cerca de Tetuán, la estación termal de Tamuda Bay despliega sus 15 km de bahía de arena fina. En ella se encuentran implantados prestigiosos centros que le aportan una elegante distinción a la región. Aquí, el visitante podrá disfrutar del relax y del buen vivir con las aguas azules del Mediterráneo como horizonte.
Las ciudades de Tánger y Tetuán constituyen una encrucijada en la que confluyen múltiples culturas, y son espléndidas fachadas orientadas al Mediterráneo.